La comunicación facial es le proceso mediante el cual transmitimos información acerca de nosotros, habla de cómo son nuestros pensamientos, sentimientos, historia de vida, personalidad, carácter y la forma en que tomamos toda nuestra experiencia para vivir y transformar nuestra vida.
El rostro, es la única parte del cuerpo que siempre está visible para quienes nos rodean y constantemente estamos enviando mensajes a través de nuestras expresiones faciales de forma consciente o inconsciente.
Nuestro inconsciente, interpreta de forma automática la comunicación facial que percibimos de los demás, y nos permite evaluar rasgos característicos de una persona con sólo mirarla. Ésta es la razón por la que comúnmente emitimos en una primera impresión juicios como “se ve buena gente”, “tiene cara de pocos amigos” o “se ve que es muy alegre”.
Ese lenguaje, es estudiado desde la antigua Grecia, para estudiar aquellos signos corporales permanentes que indican condiciones y rasgos de una persona; y en la Psicología Moderna, se utilizan algunas estrategias de la fisonomía para describir y clasificar los distintos tipos de personalidad.
La fisonomía es la disciplina que permite ver en la cara de las personas cómo son, qué comportamientos tienen, qué podemos esperar de ellas, además de conocer sus capacidades. No obstante, el mayor provecho lo podemos obtener del estudio hecho a nuestro propio rostro, a partir del cual podemos advertir cuáles pueden ser los errores en que podemos incurrir y de esa manera enmendar el camino.
Los principales rasgos que estudia la fisonomía están relacionados con la proporción y el tamaño de los elementos que componen nuestro rostro, así como la presencia de líneas, marcas, arrugas o formas y divide el estudio del rostro en: forma de la cara, frente, ojos, cejas, nariz, barbilla y mentón, mejillas y labios.
Conocer la personalidad de quienes nos rodean, en cada ámbito de la vida (personal, sentimental, laboral y familiar) nos permite relacionarnos mejor con ellas y saber qué les motiva, además de que no facilita la construcción de vínculos más armónicos, profundos y significativos.