Desde 2004, el ascenso de esta nueva forma de comunicación ha sido meteórico, superando en 2010 los 500 millones de usuarios y consiguiendo su traducción a más de setenta idiomas.
Siguiendo la línea de Facebook, surgieron en la pasada década muchos otros sitios webs que con diferentes ideas, como el microblogging de Jack Dorsey, Twitter, o dirigidos a un público objetivo distinto –véase la española Tuenti, patrocinadora de un equipo de 125cc y dueña de la operadora de telefonía móvil “Tu”- han tratado de ganarle terreno al gigante original.
Hartos de encontrar cada mañana en su perfil “amigos” que llevan veinte años sin hablarle, empresas que han rechazado su currículum por una foto “comprometida” colgada en la red social o vídeos llenos de estupideces, artistas y usuarios con mucho sentido del humor quieren darle una vuelta de tuerca a los excesos de la red. Parodias como Hatebook, donde puedes conectarte a todo lo que odias, o Parobook, ya son el último grito en la red.

Volviendo a las redes antisociales, nacidas a veces del sentido del humor y otras tantas –la mayoría, para qué engañarnos- del pesimismo y el odio del ser humano por otro ser humano, encontramos MyFrienemies. En esta red antisocial los usuarios comparten características negativas, dando la posibilidad de crear una lista con las personas que más odias y compartirla con otros usuarios para que ellos también puedan demostrar su aversión hacia ellas. Famosos, determinados colectivos de personas, jefes y falsos amigos se llevan la palma a la hora de hacer “amigos” en esta red. Otras, como DieSpace, de PiPS:lab, surgen de ese miedo colectivo por no contar con suficientes amigos en nuestro perfil de Facebook o MySpace, convirtiendo la burla en la primera red social para los que ya no se encuentran entre nosotros: los difuntos. Así, la crítica a los defectos ajenos está servida.
Obtenido de http://www.parquesempresariales.eu/index.php?m=revistas&lad=883&ord=1&rev=33&v=806 el 14 de abril de 2011.
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